lunes, noviembre 13, 2006

Robando para ella




El otro día mientras paseaba por la calle a altas horas de la noche me ví reflejado en una pared de piedra. Sorprendido por tal efecto le pregunté a mi reflejo lo que sentía por ella, atormentado por los celos. Pronto descubrí que mi interlocutor es el ladrón que llevo dentro, el que, por no hurtar besos roba almas a los que un día murieron vírgenes por esconderse tras una máscara. Incluso con máscara se mostró empalagoso de talento. El ladrón me contestó:




Un sólo ser ha alcanzado un plano de vida cuya imagen es comparable a las serenas perfecciones del Renacimiento, y resulta que este ser es precisamente Ella, mi futura esposa, a quien me fue dado escoger por milagro. Se compone de esas fugitivas actitudes, esas expresiones faciales de Novena Sinfonía, que, reflejando los contornos arquitectónicos de un alma perfecta, cristalizan a la orilla misma de la carne, en la superficie de la piel, en la espuma de mar de las jerarquías de su propia vida, y que, después de ser clasificadas, clarificadas por las más delicadas brisas de los sentimientos, se endurecen, se organizan y se hacen arquitectura de carne y hueso. Y por esta razón puedo decir de Ella sentada, que se parece perfectamente, que es igual en la gracia de su actitud al Tempietto de Bramante, junto a la iglesia de San Pietro in Montorio, de Roma; puesto que, como Stendhal en el Vaticano, yo también puedo medir exactamente las esbeltas columnas de su orgullo, los tiernos y tenaces balaustres de su infancia y las divinas escaleras de su sonrisa. Y así, mientras la observo de reojo durante las horas largas que paso agazapado ante mi folio en blanco, me digo que está tan bien pintada como un Rafael o un Vermeer. Los seres que nos rodean parecen no estar ni acabados, y están tan mal pintados! O mejor, se parecen a los bocetos caricaturescos dibujados precipitadamente en terrazas de café por hombres que tienen el estómago convulso por el hambre.
E.S.D.

El reflejo marchó y con él se fue el ladrón que se aloja en mi seno.

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7 Comments:

Blogger El chicharrero terrible said...

Y que del amor presente. Cuando uno piensa en el amor, parece que la literatura nos ha hecho pensar en el, como algo perdido, algo futurible, algo olvidado, algo pasado, en definitiva algo no tenido en el presente.

Pero el amor es el presente, es la complicidad de la mirada, es el empujoncito en el avatar, es la leche caliente con miel y dos termalgin cuando hay fiebre, es la sombra de tu pensamiento y el pensamiento de tu sombra, es en definitiva el amor presente.

Visita si quieres:

http://rotoespejo.blogspot.com/2006/10/mi-fortuna.html#links

o

http://rotoespejo.blogspot.com/2006/09/tiempos-sin-vocales.html#links

9:32 p. m.  
Blogger Almafuerte said...

Comparto contigo que el amor es el presente, tal vez está más cerca de ser pasado que de ser futuro. Maldita futilidad del futuro. Aun así, me consta que en las letras de Eugenio el amor que se trata no sólo es presente, también es pasado y es futuro... tal vez un amor infinito en el espacio y en el tiempo, ubicado en un vórtice, que lo hace no crecer ni menguar, no recordar ni olvidar. Lástima que este amor tan sólo fuese la máscara que ocultaba a un pobre desdichado que no pudo ser otra cosa que un genio. Cada vez que froto su lámpara no me da tres sino infinitos deseos, los que yo quiera y los que él no pudo cumplir.

Un amor inacabable que no se busca, no se siente, porque cuando esto ocurra tal vez se descubra que no se trata de amor sino de arte.

10:04 p. m.  
Blogger BAR said...

Arte...palabra demasiado fuerte para nombrar al amor..yo preferiría nombrarlo así como es, como está, se descibe sólo, no necesita más....ni tiempo, ni espacio.

Me gustó tu post, no dudes en verme por aquí seguido...

Un beso desde México

11:34 p. m.  
Blogger Miriam (flxt) said...

Yo también pasaré por aqui de vez en cuando buscando joyitas como la que leo hoy.

12:16 a. m.  
Blogger popileroy said...

Ay, pobre del que no haya nunca saltado una vaya para robar una flor, o no haya arrancado los botones de su camisa para mostrar esos pelos alrededor del pezón, o esa pancita incipiente, o la deformidad de sus costillas.
Pobre del que no haya sentido la caricia sobre la herida abierta del dedo aniquilador....tan suave...

12:14 p. m.  
Blogger Eulalia said...

Ufffff,
desconfío de los amores que no ven las imperfecciones.
Desconfío de los amores.
Aún del que se me tiene, e incluso del que yo misma profeso.
Qué más da. Siempre deseamos estar atrapados.
Un beso.

2:07 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que bestia!
Guanche forever!

4:32 p. m.  

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